TECNOLOGÍA

Electromiografía

LA ELECTROMIOGRAFÍA NOS PERMITE CUANTIFICAR LA CANTIDAD DE SEÑAL QUE LLEGA AL MÚSCULO.

 

¿Y para qué sirve eso?

El dolor induce una serie de cambios en los patrones con los cuales nos movemos normalmente que acaban generando alteraciones en las conexiones cerebro-músculo. Poder detectar y cuantificar dichos desajustes nos permite ser mucho más certeros a la hora de tratar y prevenir futuras lesiones

 

Pero… ¿me conviene hacerme una electromiografía?

Como todas las herramientas de las cuales dispone la fisioterapia: depende.

Cuando las patologías son derivadas de gestos específicos (ya sean laborales o deportivos) es crucial ver en qué grado encontramos ciertas inhibiciones, hiperactivaciones  o exceso de fatiga muscular para determinar donde está el origen de la lesión y centrar su tratamiento con ejercicio terapéutico u otras terapias.

 

¿Y si tengo un dolor desde hace mucho tiempo que no sé de dónde me viene?

La electromiografía también nos ayuda a determinar qué partes del sistema nervioso periférico (los nervios) se encuentran alteradas y en qué grado, evento que se produce siempre que hay dolor crónico, por lo que una electromiografía puede mejorar el tratamiento en camilla, a la hora de tratar dichas afectaciones, y en el entrenamiento, donde se buscará reeducar las afectaciones encontradas.

 

Vale, vale… pero vamos a lo importante: ¿esto duele?

En absoluto, lo único que hay que hacer es colocar una serie de parches en zonas estratégicas que queremos valorar, enganchar unos sensores y ¡listos!

 

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